
Arquitectura
La Pedrera - Casa Milà es considerado el edificio civil más emblemático de Antoni Gaudí, por las innovaciones constructivas y funcionales y por las soluciones ornamentales y decorativas, que rompen con los estilos arquitectónicos de su época.
La Pedrera representó para Gaudí la reflexión más evolucionada sobre un edificio en un chaflán del Eixample de Barcelona. Está compuesta por dos bloques de viviendas con accesos independientes, organizados en torno a dos grandes patios interconectados con rampas que conducen al garaje.
Cada elemento de La Pedrera, desde la estructura hasta las artes decorativas pasando por las icónicas chimeneas de Gaudí y el hierro forjado en los balcones y puertas, fue cuidadosamente diseñado para lograr funcionalidad y belleza, resultando en una obra de arte total y un emblema de la arquitectura de Barcelona.
Innovaciones
Gaudí lo expresó con claridad: «Mis ideas estructurales y estéticas son de una lógica indisputable. Me ha hecho pensar mucho que no hayan sido aplicadas antes y que tenga que ser yo el primero en hacerlo. Esto sería lo único que, en todo caso, me haría dudar. No obstante, creo que, convencido del perfeccionamiento que suponen, tengo el deber de aplicarlas.»
También afirmaba que «la arquitectura es la ordenación de la luz», y defendía que «para que un objeto sea altamente bello es necesario que su forma no tenga nada superfluo, sino que las condiciones materiales lo hagan útil; hay que tener en cuenta el material disponible y los usos que debe prestar.»
Para analizar y entender su obra, es necesario ver la arquitectura como un hecho total, en el que función, belleza y estructura van estrechamente ligadas. Las formas de sus construcciones, además de su excelencia estructural, poseen una gran calidad estética. En su trabajo, forma, función y belleza se funden en una sola.
Fachada
Muro cortina
La fachada no es estructural, pierde la función tradicional de muro de carga y se convierte en un muro cortina. Los bloques de piedra (más de 6.000) se unen a la estructura por elementos metálicos. Hay tres tipos de piedra: en las partes inferiores y algunos de los elementos estructurales, piedra caliza del Garraf; en gran volumen piedra de Vilafranca del Penedés, y esporádicamente (marcos de algunas ventanas) piedra caliza de Ulldecona.
Los balcones y las barandillas de hierro forjado
Las barandillas de hierro forjado de los 32 balcones están elaboradas a partir de fragmentos de chatarra, barras y cadenas de hierro. Los balcones tienen unas dimensiones considerables, tanto por el saliente de piedra del balcón como por la concavidad de la fachada, de forma que son pequeñas terrazas en una casa que superó la idea tradicional de balcón. A su vez, disponen de una innovación destacada: los desagües que Gaudí sitúa por debajo del nivel del pavimento de la casa; en consecuencia, la calle se ve perfectamente desde dentro del piso. La primera barandilla de hierro, en el piso segundo segunda, fue elaborada en los talleres de los hermanos Badia en Barcelona, donde Gaudí dirigió personalmente su ejecución. Los diferentes elementos que conforman las rejas están unidos con tornillos y remaches de sujeción.
Las puertas de entrada
Gaudí quería facilitar la comunicación entre el interior y el exterior, por lo que, en una época en que no se disponía de grandes lunas de cristal, encajó un conjunto de formas irregulares creando una trama de cristales pequeños y protegidos en la parte inferior (donde hay más riesgo de rotura) y más grandes y luminosos en la parte superior. Esta estructura actúa de reja y de puerta, practicable en la parte central por los automóviles y en las partes laterales por los vecinos.
Rejas de la planta baja
Los semisótanos de La Pedrera tienen grandes aberturas que se protegieron con rejas de hierro. Las 29 rejas los semisótanos fueron desapareciendo a medida que las carboneras se convirtieron en locales comerciales. Actualmente sólo quedan cuatro rejas en diferentes colecciones: una en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y las otras tres en la Casa Museo Gaudí. En La Pedrera quedan dos en la entrada del Passeig de Gracia y una copia facsímile en la fachada de la calle de Provença.
La fachada posterior
La fachada posterior sigue un ritmo ondulante cóncavo-convexo parecido al de la fachada principal. El movimiento se acentúa gracias a los pilares redondeados (que sobresalen del plano) y al doble molduraje de las cornisas de los forjados de cada planta, los cuales dan lugar a balconadas que ocupan toda la longitud de la fachada. La fachada está realizada con un revoque de cal y cemento, y está estucada con una coloración marrón de tono cobrizo.
Sótano
Gaudí se anticipó a las necesidades de la vida moderna y construyó en el sótano un garaje para carruajes y automóviles, el primero en un edificio residencial. Las rampas helicoidales de gran amplitud facilitaban el acceso de los caballos y de los carruajes, pero también de los automóviles, cuyo uso se empezó a generalizar a partir de 1900.
El suelo de los patios se sostiene sobre pilares ligeros de hierro colado. En el caso del patio elíptico de la calle de Provença, las vigas y jácenas siguen una disposición tradicional; en el caso del patio cilíndrico del Passeig de Gràcia, Gaudí utiliza una original estructura metálica (que recuerda a una rueda de bicicleta) formada por dos jácenas cilíndricas y concéntricas, tensadas por unas vigas radiales que en la parte exterior proceden de un mismo punto y que en el cilindro central se entregan a la parte superior e inferior de la jácena curva. De este modo, trabajan en tensión y compresión, y traban en una sola pieza una estructura de ochenta centímetros, capaz de soportar una superficie de doce metros de diámetro.
Patios
Gaudí fue capaz de introducir una innovación importante en la tipología de los edificios precedentes. Además de pequeños patios de ventilación, construyó dos patios de grandes dimensiones para facilitar una mejor iluminación y una buena ventilación en todos los apartamentos. Las fachadas interiores de estos patios dejan de ser residuales para convertirse en un auténtico espectáculo de formas, luz y colores, y sirven de telón de fondo para una experimentación cromática radical.
Las pinturas murales
El pintor simbolista Aleix Clapés (1846-1920) fue el encargado de dirigir la decoración pictórica de La Pedrera. El proyecto de los vestíbulos consistía en una serie de murales que imitaban tapices de tema mitológico de la colección del Patrimonio Nacional.
En el vestíbulo del Passeig de Gràcia los tapices reproducidos representan los amores de Vertumno, dios de las estaciones, y Pomona, diosa de los frutos y los jardines (según los relata Ovidio en el libro XIV de las Metamorfosis).
En el vestíbulo de la calle de Provença confluyen en un mismo espacio diferentes tapices, sin que se definan sus contornos ni limites, y se aprecia una mayor libertad interpretativa. Por un lado, los pecados capitales: la Ira y la Gula; por otro, las series de los héroes de la guerra de Troya y de las aventuras de Telémaco, ambas inspiradas en dos pasajes de la Ilíada y la Odisea.
Una aportación destacada, que representa una variación en la imitación de tapices, es el trabajo de trompe-l'oeil, aplicado en la pared adyacente y encima de la escalera, que comunica el vestíbulo del passeig de Gracia con el piso principal.
Este trabajo pictórico crea la ilusión de transitar por una escalera flotante que transcurre vecina a un jardín, soportada por columnas a ambos lados. Para conseguirlo, Clapés dispuso unas columnas pintadas que son la imagen de las reales, situadas en el extremo de los peldaños.
Escalera principal y ascensor
La innovación más importante que presenta La Pedrera en relación con las casas de alquiler del Eixample consiste en la supresión de la escalera principal, de forma que a las viviendas se accedía mediante el ascensor o las escaleras de servicio.
Las comunicaciones verticales del edificio son tres escaleras y las cajas de dos ascensores. En la innovadora distribución propuesta por Gaudí para una casa moderna y bien equipada de servicios, los ascensores pasan a tener un gran protagonismo.
Plantas
Las plantas se distribuyen en cuatro pisos. Todos ellos disfrutan de una parte de la fachada principal, donde se sitúan los salones y dormitorios principales, y otra parte se encara a la fachada interior del patio de manzana, para otros dormitorios y estancias de servicio. La circulación interior se realiza a través de un pasillo ancho y luminoso que se extiende alrededor del patio.
Estructura del edificio: planta libre
Gaudí aportó un nuevo planteamiento del edificio. La Pedrera está dotada de una estructura de pilares de piedra y ladrillo macizo, que se anticipa de un modo muy evidente a la arquitectura moderna de veinte años después. De esta manera, Gaudí pudo eliminar los muros de carga y distribuir el inmueble con mucha más libertad, tanto en la parte que corresponde a las viviendas como en los grandes patios de ventilación e iluminación.
La puerta principal
Gaudí diseña las puertas principales de los pisos con grandes mirillas hechas con cintas de hierro. Además de aportar un elemento ornamental, permite -sin abrir la puerta- una comunicación directa entre las personas que están dentro y fuera del apartamento, y la entrega de correo por una apertura lateral. El pomo de la puerta se ajusta perfectamente a la articulación de la mano.
Molduras de yeso en marcos de puertas y ventanas
Los arcos de las puertas interiores y los marcos de las ventanas están decorados con unas singulares molduras de yeso de temática muy variada. Gaudí utiliza detalles decorativos con formas de conchas, flores, frutos, cintas, lazos y dibujos geométricos, entre otras.
Puerta corredera con vidriera
La puerta que separa la sala de estar y el comedor está formada por tres partes: la central, constituida por una puerta y dos ventanas en la parte alta -abatibles a ambos lados-, y dos cuerpos laterales que se unen en la puerta central. Todas las hojas se pliegan y quedan ocultas dentro de los tabiques laterales para, de este modo, aprovechar el espacio de las estancias.
Los cielos rasos
La gran singularidad de los techos de La Pedrera es que los cielos rasos se escapan del plano horizontal habitual para convertirse en superficies con relieve, siguiendo la sinuosidad de todo el edificio. Gaudí dibujaba las formas en un plano y el yesero las reproducía en el techo. Representan circunferencias, elipses, espirales y volutas, y algunas de ellas incorporan inscripciones e incluso frases poéticas. Los cielos rasos tenían como finalidad ocultar la estructura de vigas y bovedillas, y rematar el acabado de la estancia. Están formados por un soporte de cañizo trenzado, que se clava en listones fijados en las vigas. Este trenzado de cañas es el que ha dado nombre a este recurso constructivo, con el genérico de techos planos de cañas o cielos rasos.
Desván
Gaudí construye un desván sobre el forjado de la última planta. Para no aumentar el peso del edificio, recurre a una sucesión de 270 arcos de ladrillo, que Gaudí denominaba «equilibrados» o arcos de catenaria, sobre los que apoya la azotea. El arco es ligero, fácil de construir, se apoya sobre sí mismo y no necesita ningún contrafuerte. Originariamente el desván alojaba el lavadero comunitario, tendederos, trasteros y maquinaria de los dos ascensores.
La planta del desván era también la cámara térmica o aislante del edificio. En verano las ventanas se abrían para provocar corrientes de aire y en invierno se mantenían cerradas para retener el calor del sol.
Alrededor de la planta del desván hay un paso de ronda. Es un recorrido sinuoso a lo largo del perímetro del edificio, a la altura de la línea de cornisa. En este recorrido aparecen cuatro cupulinos en forma de casco prusiano, situados en aquellos puntos que el arquitecto consideró más necesarios por razones de estabilidad.
Azotea
En palabras de Gaudí: «Los edificios deben tener una doble cubierta, como las personalidades tienen sombrero y sombrilla.» Así entendía Gaudí la función protectora del desván y la dignificación y personalización que suponía la azotea.
En esta cubierta todo cumple una función preconcebida. El conjunto de elementos arquitectónicos y escultóricos dispuestos a lo largo de este espacio corresponden a tres tipos de construcciones: los badalots -o cajas de escalera-, las torres de ventilación y las chimeneas. Las barandillas de piedra perimetrales son ondulantes y siguen la forma de la fachada. La azotea se caracteriza por el orden, la calidad estética y una gran funcionalidad de los elementos construidos.
Los elementos de mayor volumetría son las seis salidas de las cajas de escalera, o badalots. En el interior de cada una de ellas hay una escalera de caracol que permite el acceso a la azotea desde el desván. Gaudí utiliza formas curvas, derivadas de la geometría reglada, que le permiten aligerar la edificación. Las cajas de escalera miden siete metros de altura.
Las chimeneas
Hay veintinueve chimeneas situadas a lo largo y ancho de la azotea. Son salidas de humo, actualmente en desuso, de la calefacción central de carbón. Hay dos individuales y las demás están agrupadas en conjuntos de dos, cinco o siete. Las formas de las chimeneas siguen un trazado interior y exterior que obedece al desplazamiento aerodinámico del humo. Tienen una altura de cuatro metros y por la parte exterior están estucadas con mortero de cal y yeso.
Las torres de ventilación
Las dos torres de ventilación tenían la función de renovar el aire del desván. Miden cinco metros de altura y por la parte exterior están estucadas con mortero de cal y yeso.
El trencadís
El trencadís (mosaico formado por trozos irregulares de cerámica, mármol o vidrio) actúa de protector impermeabilizante de los elementos, a la vez que incorpora una nota de color estética. Cuatro de las seis salidas de las cajas de escalera tienen un recubrimiento exterior realizado con trencadís de fragmentos reciclados de piedra de Ulldecona, mármol blanco de los tipos Macael, Tranco o Carrara o baldosa esmaltada blanca de Valencia.
El único grupo de chimeneas con trencadís está recubierto con fragmentos de botellas de champán de color verde oscuro.
La reja perimetral de los patios interiores
Para la reja perimetral de los patios interiores, Gaudí había empezado a diseñar un modelo que seguía la sinuosidad del edificio, pero no la pudo terminar. Debido a la peligrosidad de dejar el espacio sin nada, los propietarios instalaron una malla hexagonal a modo de reja protectora.
Un arco singular
Gaudí no deja ningún detalle al azar. A ambos lados de dos cajas de escalera, Gaudí construye pequeños arcos, recubiertos de trencadís blanco, que ayudan a trabar la estructura al mismo tiempo que enmarcan algunas de sus obras. Uno de los arcos permite ver perfectamente la basílica de la Sagrada Familia. Gaudí calcula exactamente la altura de la obra una vez terminada para que se pueda ver perfectamente encajada en la estructura.