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La azotea de La Pedrera es una construcción única y singular, y pasear por ella es como estar en un museo al aire libre repleto de esculturas gaudinianas.

En la cubierta de la Casa Milà encontramos orden, calidad estética y gran funcionalidad en todos sus elementos: las cajas de escalera para acceder desde el desván a la azotea, las torres de ventilación y chimeneas.

El diseño de la azotea de La Pedrera: orgánico y funcional

Para suavizar los volúmenes de las cajas de escalera, Gaudí utilizó formas curvas, todas ellas derivadas de la geometría reglada que, debido a su concavidad, convexidad y forma cónica, alivian la edificación.

De las seis cajas de escalera, cuatro están cubiertas de trencadís de piedra, mármol o cerámica, reciclado y monocromo. Las otras dos están estucadas con mortero de cal y yeso. Las torres de ventilación ayudan a renovar el aire de la buhardilla.

Las chimeneas de la azotea de La Pedrera (salidas de humo) están agrupadas en conjuntos de tres o cuatro. Gaudí las esculpió en forma de espirales, haciéndolas girar sobre sí mismas para mejorar el flujo de humos, y algunas de ellas están decoradas con fragmentos de botellas de cava, en una original versión del trencadís.

Debido a los problemas financieros con la familia Milá, Gaudí no tuvo tiempo de terminar algunos detalles de la Casa Milà. Por eso, parte de la decoración y protección de los elementos de la azotea no está terminada.

La mayor parte de las chimeneas y dos de las salidas de escalera deberían haber sido recubiertas con trencadís de cerámica, piedra, botellas, o cualquier otro material. Esta técnica tenía una función estética que a la vez funcionaba como protector impermeabilizante.

Para la reja perimetral, Gaudí comenzó a diseñar un modelo que seguía la sinuosidad de la azotea. No obstante, en 1911, como sabemos por las fotografías de los operarios en la azotea, los propietarios decidieron instalar otra reja que no respondía al diseño de Gaudí, y que es la actual.

A pesar de estos cambios, actualmente podemos disfrutar de una de las azoteas más destacadas de la arquitectura gaudiniana, con unos elementos escultóricos-arquitectónicos que hacen volar la imaginación más allá de su funcionalidad y estética.

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