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Uno de los rincones más sorprendentes y menos conocidos de La Pedrera es su paso de ronda, un recorrido en lo alto de la fachada que solo es visible desde la terraza.

Este camino, de unos 800 metros, conecta la fachada de la Casa Milà con su desván y majestuosa, en un detalle arquitectónico que combina funcionalidad y estética.

Un paseo por la fachada de la Casa Milà

El paso de ronda de La Pedrera es un recorrido perimetral del edificio que encaja perfectamente con el estilo gaudiniano de la terraza y el desván. Un camino dominado por las líneas curvas y onduladas que hacen que tenga tramos de anchos y pendientes desiguales.

A lo largo del sendero se encuentran cuatro pequeñas cúpulas en forma de casco prusiano, aparentemente situadas en puntos estratégicas para reforzar la estabilidad del edificio. Se encuentran en cada punta del paso de ronda: dos en la punta de la fachada de la calle Provenza y del Paseo de Gracia y dos más en la esquina de estas dos calles, encima de la puerta principal.

Se conoce al paso de ronda con este nombre por la semejanza con los caminos de ronda de las antiguas fortificaciones medievales, el espacio sobre la muralla donde se situaban les soldados para hacer la ronda de vigilancia. De esta manera, Gaudí establece un paralelismo entre la fachada y la muralla de un castillo medieval que separa La Pedrera de la calle.

En la pared interior que forma el paso de ronda y que lo separa del desván de La Pedrera encontramos dos niveles de ventanas. En el primer nivel, el más bajo, se ubican ventanas más grandes que permiten una mejor iluminación en el interior del desván. Mientras que, en el segundo nivel y el más alto, vemos unas ventanas más pequeñas con el objetivo de renovar el aire del interior del desván, así conseguir una mejor ventilación del espacio. Además, cada una de las ventanas está protegida por una original visera de piedra para facilitar la entrada de luz de forma indirecta y a la vez que actúa como protección de la lluvia.

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