Cristina Iglesias. Pasajes

La selección de obras de esta exposición se ha realizado pensando en su ubicación dentro del espacio de la planta noble de La Pedrera, con el objetivo de que las piezas establezcan una relación especial con la arquitectura de Gaudí. Una experiencia única para percibir la obra de Cristina Iglesias, que al mismo tiempo permite comprender el imaginario artístico de la artista.

Elemento presente en gran parte de su trayectoria, el agua es para Cristina Iglesias un material escultórico en movimiento. En esta exposición, sus pozos e instalaciones acuáticas introducen sonidos, luces y ritmos que evocan el paso del tiempo y la profundidad de la tierra. El agua fluye entre relieves y cavidades, creando un efecto hipnótico que conecta con los procesos naturales de erosión y formación geológica. El resultado es un paisaje sensorial que invita a la contemplación.

Presente en buena parte de su trayectoria, el concepto de crecimiento es para Cristina Iglesias una fuerza orgánica e imparable. Sus esculturas de aluminio fundido parecen surgir del suelo como una vegetación densa y entrelazada que invade el espacio. En la exposición se pueden ver tres piezas de la serie Entwined (2022) y la obra Growth I (2018), estructuras híbridas entre naturaleza e industria que evocan un movimiento libre y desbordante. Las formas, sin un patrón aparente, recuerdan el ritmo vital de las raíces, los hongos o la lava, mientras los vidrios de colores incrustados proyectan reflejos que nos transportan al universo poético y de ciencia ficción de la artista.

La exposición invita a recorrer pasillos que Cristina Iglesias concibe como espacios de tránsito y descubrimiento. Inspiradas en formas vegetales y minerales, estas obras, como Habitación vegetal, Camino vegetal o Bosque mineral, establecen un diálogo con la arquitectura de Gaudí. Al transitar por ellos, el espectador participa activamente en la construcción de su propia mirada, en un recorrido que transforma y resignifica tanto la obra como el espacio que la acoge.

La planta noble o principal era la residencia del matrimonio Milà-Segimon. Actualmente es la sala de exposiciones de la Fundació Catalunya La Pedrera y permite descubrir los elementos originales de Gaudí, desde la estructura de planta libre y las columnas de piedra —algunas con inscripciones— hasta los techos decorados que cubrían las habitaciones.

El acceso al piso principal se realiza por la escalera del vestíbulo del paseo de Gràcia, entrada usada en las fiestas de la familia Milà-Segimon. Si miras arriba, en el techo y en la pared derecha se despliegan pinturas murales, un jardín pintado que crea la ilusión de una escalera flotante sostenida por columnas reales y pintadas. A la izquierda, columnas de piedra y barandillas de hierro forjado, trabajadas con cintas de hierro retorcidas, aportan movimiento y elegancia.

Gaudí quería conectar el interior con el exterior. Como entonces no se disponía de grandes lunas de vidrio, encajó formas irregulares que crean una trama: vidrios pequeños y protegidos en la parte baja, donde había más riesgo de rotura, y vidrios más grandes y luminosos en la parte alta. La estructura actúa como reja y puerta: se abre en el centro para vehículos y en los laterales para los vecinos.

En el patio del Paseo de Gracia, los tapices representan la leyenda de Pan y Siringa, inspirada en los mitos de Vertumno y Pomona. La ninfa Siringa, perseguida por el dios Pan, se transforma en cañas para escapar, y Pan, al oír el viento entre los tallos, crea con ellas su flauta. Este episodio, condensado en el tapiz donde Pan toca la siringa mientras Siringa lo rechaza, nos recibe en La Pedrera entre jardines arquitectónicos y figuras divinas. Una bienvenida poética que conecta la naturaleza, la música y la mitología con el espíritu modernista del edificio.